(Relatos de un Aventurero del siglo XX y XXI)

EN BUSCA DE "EL DORADO" CON

EL SR. NICHOLSON

Me encontraba recorriendo el Amazonas, en la ciudad colombiana de Leticia, cuando recordé que unos años atrás, el famoso actor Jack Nicholson me había contado una historia, ocurrida muy cerca de este lugar, cuyo desenlace final estaba dispuesto a descubrir. Se trataba, me dijo Nicholson, de la mayor experiencia que había tenido en los últimos años. Al parecer, un buen día compró algunas cosas que le podrían ser de utilidad, y cargado de dólares, se desplazó hasta el corazón de la selva amazónica en busca de un alucinógeno muy especial. Alguien le había contado que una tribu de indios del interior de la jungla amazónicos, en la frontera entre Perú, Brasil y Colombia, preparaba un alucinógeno que era fuera de lo normal.

El río Amazonas al atardecer

Cuando Jack Nicholson me contó aquella historia, me aventuré en compañía de Fernando Fidalgo, un viejo amigo colombiano que residía en Leticia y que trabajaba como guía explorador para ciertos grupos de personas. Como Fernando se había quedado, días atrás, sin su pequeña vivienda por unas grandes inundaciones, decidimos hospe­damos en el Parador Ticuna para preparar nuestra particular aventura. Allí estudiamos el itinerario a seguir y completamos el equipo necesario que debíamos llevar.

Poblado jagua junto al río Amazonas

Contactamos con un indio yagua, al que Fernando había utilizado como rastreador en ciertas expediciones. Una vez que teníamos todo listo, nos pusimos en marcha navegando en un cayuco por un afluente del río Amazonas. La travesía fluvial duró tres días, hasta que llegamos a la zona donde segui­mos a pie hasta encon­trar a gente de la tribu que andábamos buscando, quienes nos llevaron hasta su poblado.

Mujer jagua con hijo en el poblado

Una vez allí, hablamos con el brujo «yunka», una especie de hechicero viejo que conocía la fórmula del mencionado alucinógeno que él había dado a probar a Nicholson, al que ellos llamaban «yagué». Nos enseñó una foto Polaroid que el actor se había hecho con el brujo y otro miembro de la tribu, y comentó que se acordaba muy bien de aquellos días en los que habían tenido una fiesta importante, seguramente pagada por el propio Nicholson.

El autos en Leticia, una pequeña ciudad de la Amazonía colombiana

Para la prueba de ese alucinógeno se había estado preparando durante tres días completos, pues tenía que seguir un régimen muy severo hasta lograr la plena concentración y limpieza del estómago. Al parecer, Nicholson logró, con esa “droga”, conocer el Dorado, hacer el amor durante horas con la diosa de las amazonas, flotar por las inmediaciones del poblado pudiendo contemplar a toda la gente de la tribu desde lo más alto de la selva, y un largo etcétera de otras alucinaciones. El yunka nos dijo que corrió un momento de peligro, cuando el actor, habiendo entrado en trance, cogió un cuchillo que había en una choza del poblado y se abalanzó sobre él. Estoy seguro que no me hubiera gustado estar en aquel momento junto al actor.

Viejo puerto de Leticia con barcas transportando alimentos y ropa

En su momento le pregunté al señor Nicholson si después de conocer a la gente del poblado, de haber “experi­mentado” el yagé, y de vivir una auténtica aventura en el corazón de la selva amazónica, ¿volvería a internarse en el Amazonas para tener otra experiencia similar? Y, el famoso actor me respondió que en alguna ocasión había pensado dejarlo todo y regresar junto al brujo para disfrutar de aquellos mo­mentos, sin embargo se lo pensó detenidamente y decidió que la vida era algo más que los momentos de satisfacción que te proporciona cualquier droga, algo de lo que él estaba muy habituado por lo que no necesitaba otras experiencias similares. Una deducción muy acertada, ya que si todos hicié­ramos lo mismo nos encontraríamos muy pronto haciendo el indio por un puñado de dólares.

Rafael Calvete ©