Comienzo de la Gran Vía madrileña desde la calle Alcalá en 1970
Mi padre me regaló mi primera cámara de fotos cuando cumplí los diez años, y aunque ya había estado practicando con la Woiglander de mi madre allá por donde me movía, he de decir que desde entonces no me he separado de una máquina de fotos en los más de 50 años que llevo como aficionado a esta hermosa actividad. Solía pasear por la Gran Vía y retratar todo aquello que me parecía interesante, sobre todo detalles, edificios y personas. Y hoy, cuando se celebran 100 años de esta maravillosa avenida he querido aportar mi granito de arena publicando algunas fotos que todavía conservo desde hace casi medio siglo. Espero que os gusten.
A lo largo de su historia, la Gran Vía ha tenido diversos nombres oficiales, y también otros populares. En un primer momento, su construcción se dividió en tres tramos, que fueron dedicados a sendos personajes relevantes de la época. La Avenida A se llamó calle Eduardo Dato; el Bulevar, avenida de Pi y Margall y la Avenida B, calle del Conde de Peñalver. Veinte años más tarde, antes de comenzar la Guerra Civil, en 1936, los dos primeros tramos pasaron a denominarse Avenida de la CNT (como diría mis amigos Tip y Col: Compañía Nacional Telefónica). Ya en tiempos de la Guerra, dichos tramos serían conocidos como Avenida de Rusia. Un año después este nombre volvería a cambiarse por el de Avenida de la Unión Soviética, colocándose una placa conmemorativa de piedra con los escudos de la II República y de la Unión Soviética, y un texto que decía "Homenaje de los amigos de la URSS". Durante este período también tuvo otros nombres populares como Avenida de los Obuses, la Zona del Bulevar, Avenida del Quince y Medio, en referencia a los proyectiles que el ejército franquista lanzaba sobre los pisos superiores del edificio de la Telefónica, que era usado como observatorio militar. En 1937 el tramo llamado Eduardo Dato recibió el nombre de Avenida de México.
Al finalizar la Guerra Civil en 1939, con la victoria franquista y su entrada en Madrid, la calle pasó a llamarse, desde el 24 de Abril, Avenida de José Antonio, en homenaje a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española. También se denominó de igual forma la estación de metro Gran Vía. Pese al nombre impuesto por el régimen, muchas personas continuaron llamándola Gran Vía madrileña. Cincuenta años más tarde, en 1861, durante la Transición Española, y siendo alcalde de Madrid el socialista Enrique Tierno Galván, el Ayuntamiento cambió el nombre de veintisiete calles, entre ellas el de la Avenida de José Antonio, que desde entonces se denomina simplemente Gran Vía.
Los edificios de la Gran Vía, al formar parte de un plan unitario, presentan todos ellos una altura similar y respetan el ancho de la calle. Sin embargo, al haber sido construidos a lo largo de casi medio siglo, muestran una obvia evolución en su arquitectura, desde los estilos historicistas del primer tramo hasta el funcionalismo de la zona cercana a la plaza de España.
Es indudable la importancia de la Gran Vía madrileña, ya que se ha convertido en uno de los sectores urbanos más relevantes, punto neurálgico dentro del mundo financiero y comercial de Madrid. Basta con darse un paseo por el último tramo de esta calle, el que comprende la Plaza del Callao y la Plaza de España, para darse cuenta de que este trozo de calle ofrece infinidad de comercios, bancos, oficinas, restaurantes, bares, etc., alineados a ambos lados de la Gran Vía, otorgando, por consiguiente, una imagen de prosperidad que se ve realzada por la majestuosidad de algunos edificios que todavía se mantienen en pie después de tantos años.
El local que hoy ocupa la multinacional de comida rápida McDonald’s fue en su día la joyería Aleixandre, una de las tantas que existían inicialmente en la Gran Vía, un rincón de Madrid concebido para el lujo. El
primer tramo, el que comprende la calle Alcalá y la Red de San Luis, estuvo dedicado desde el principio al comercio de lujo, con tiendas de moda como Loewe (nº 8), Balenciaga, las joyerías Grassy (nº 1) y Sanz (nº 5), la camisería Samaral (nº 7), etc.,donde todavía perduran algunos establecimientos de prestigio como son Loewe, Grassy, el Museo Chicote, Sanz, etc. En cuanto a la tienda Samaral, a la que solía visitar
de vez en cuando
para contemplar sus escaparates e incluso comprar alguna que otra cosita,
decir que
no hace mucho que ha cerrado sus puertas al público. Que pena.
Samaral abrió en 1934 de la mano de José Pérez de Santa María Altisent (Sa-Mar-Al), padre de Fernando Pérez de Santa María, de 88 años, y de su nieto también Fernando Pérez de Santa María, de 60 años, que todavía llevan el negocio hasta la fecha. Hasta aquí llegaban personalidades y gente famosa de todos los rincones del mundo para comprar camisas y todo tipo de ropa, además de complementos y artículos de decoración. Entre los agraciados, además de un servidor,pasaron por esta tienda Marlene Dietrich, Fernando Fernán Gómez, Paco Rabal, Thomas Burberry, Gila, Ava Gardner, Charles Bronson, Anita Ekberg, Anthony Quinn, Elisabeth Taylor, El Cordobés, Camilo José Cela, y muchos más.
El segundo tramo que llega hasta Callao, y que es el más espacioso, es donde también se abrieron los primeros grandes almacenes Madrid-París, y posteriormente la Sociedad Española de Precios Únicos, SEPU (instalado en el nº 32 del edificio Madrid-París); el edificio de Telefónica (nº 28), la administración de Loterías del Estado, Doña Manolita (nº 31), y el Corte Inglés y Galerías Preciados (situadas en la plaza de Callao), entre otros.
En esta misma manzana se encontraba la iglesia de San Luis, que fue destruida durante la Guerra Civil debido a los bombardeos de la aviación franquista. En el templo había, entre otras, dos pinturas de Claudio Coello. También estaba aquí la casa por la que se pagó el precio más alto por su expropiación antes de las obras: 770.439 pesetas.
Una mezcla de las más emblemáticas vías urbanas del mundo. La Gran Vía impresiona al aunar el espíritu de la Quinta Avenida de Nueva York, el ambiente del Covent Garden londinense, la esencia de los Campos Elíseos parisinos, o la romana Vía Venneto.
También por esta calle madrileña ha pasado, entre otros, el famoso escritor Ernest Hemingway, aunque en aquel tiempo lo hiciera como periodista que cubrió la Guerra Civil española desde el edificio Telefónica, uno de los más emblemáticos que durante la contienda fue objetivo principal del bando Nacional, que albergó el centro de prensa extranjera y que hoy cuenta con una fachada que destila color y modernidad.
Con el paso de los años, una gran lista de nombres ha otorgado a esta vía la fama que ahora disfruta. Artistas, políticos, personajes de la vida social madrileña... han desfilado y paseado por la Gran Vía, pero sobre todo lo han hecho por el bar/coctelería Chicote, entre los que se encuentran Saint-Exupéry (autor de El Principito), la actriz americana Ava Gardner, el presidente de los Estados Unidos Eisenhower, el inventor Alexander Fleming (padre de la penicilina), la actriz italiana Sofia Loren (que salió muy enfadada después de que Perico Chicote, por entonces dueño del bar, no quisiera regalarle una de las miles de botellas que el empresario atesoraba allí), o más recientemente la estrella del Pop, Lady Gaga, pasando por Almódovar o Amenábar.
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