viernes, 12 de junio de 2009

(HOTELES DEL MUNDO)


"HOTEL BURJ AL ARAB"

El capricho de un emir





Viajar a Dubai y vivir en uno de los hoteles más originales y lujosos del mundo es toda una experiencia que merece la pena probar”

país tan rico, diferente y misterioso, con una mezcla de culturas que nada tiene que envidiar a los demás, no podía ser otro que Dubai. Porque este pequeño, y a la vez gran emirato, se ha convertido en menos de tres décadas en uno de los destinos turísticos, de ocio y negocios por excelencia, al menos para muchos ejecutivos y personas de todo el mundo con un alto nivel económico.




En esta hermosa ciudad se fusionan Oriente y Occidente, y es uno de los pocos rincones de la tierra donde el fanatismo y el terrorismo brillan por su ausencia. La ciudad de Dubai ha sido declarada en varias ocasiones como la más segura del mundo, tal vez por ello, de un tiempo a esta parte, se están construyendo todo tipo de edificios, entre los que se encuentran viviendas de súper lujo, oficinas en suntuosos y modernos rascacielos, así como algunos de los más lujosos y originales hoteles que son la envidia de muchos arquitectos y decoradores de los cinco continentes. Uno de estos edificios no podía ser otro que el famoso hotel Burj Al Arab, que significa “La Torre de los Árabes”, y que está catalogado con nada más y nada menos que 5 estrellas de súper lujo, aunque si se le pudiera poner alguna más, seguro que las aceptaría. Se trata por tanto del símbolo indiscutible de Dubai. El prototipo del lujo y la decadencia de este siglo que acaba de comenzar. Un original y emblemático hotel que está respaldado por The Leading Hotels of the World, una de las más prestigiosas compañías que gestionan algunos de los mejores establecimientos hoteleros de este planeta. Porque en el Burj Al Arab, cuyo precio total de construcción al parecer tan sólo lo conoce su propietario, el mismísimo emir, que ha comentado que la financiación de este hotel nunca podrá recuperarse del todo, es como un cuento de las Mil y una Noches, o mejor aún, un capricho de niños ricos.




Quien iba a decir que Dubai, un pequeño emirato del Golfo Pérsico se iba a convertir en lo que es hoy en día. La historia más cercana de esta ciudad se remonta a unos 5.000 años, cuando el área que ocupa este lugar, estaba poblado por una comunidad que se dedicaba al comercio entre Yemen y el emirato de Omán. El comienzo del reciente desarrollo en Dubai, uno de los siete estados que componen los Emiratos Árabes Unidos (Abu Dhabi, Sharjah, Ajman, Umm Al Quwain, Ras Al Khaimah y Fujeira), tuvo lugar en 1833, cuando una rama de la familia Beni Yas, originaria de Abu Dhabi, dirigida por Obaid bin Said Al-Maktoum, cuyos herederos aún gobiernan estos países, dejaron Abu Dhabi para instalarse en Dubai.



Atraídos por su increíble Canal que proviene del remanso de aguas de las playas del sur del golfo arábigo, la pequeña comunidad de algo más de 800 personas que allí vivía, se dedicaban al comercio del pescado, las perlas preciosas, el pastoreo de cabras, la cría de camellos y el cuidadoso tratamiento de los frutos de la palmera que produce los dátiles.




Se trataba entonces de una modesta subsistencia, aunque con el tiempo se haya convertido, sobre todo hoy en día, en una gran base comercial de importante desarrollo. El emirato de Dubai se encuentra ligado por el este a las Montañas Hajar, y por el sur a la olvidada inmensidad del desierto, la única unión de este país al resto del mundo era a través del mar: el Golfo Pérsico. Esta combinación, de herencia tradicional beduina junto al comercio exterior, ha ayudado a crear una nación con un carácter único. Es por ello, que la cultura de Dubai se encuentra claramente enraizada en las tradiciones islámicas junto con las relaciones comerciales con otros países, lo que ha combinado la cortesía y amabilidad de sus gentes, generando un clima de tolerancia con diferentes estilos de vida. Los extranjeros en Dubai son libres de practicar su propia religión,




consumir alcohol en hoteles y determinados restaurantes y, los residentes en esta ciudad, no tienen que pagar impuestos. La vestimenta también es libre, tanto para los hombres como para las mujeres, que no sufren ningún tipo de discriminación ni persecución. De la misma forma, pueden moverse a su libre albedrío sin necesidad de tener que ir acompañadas por el esposo, la consabida carabina, o algún que otro familiar, como suele ocurrir en muchos países árabes.
Y, volviendo al Hotel Burj Al Arab, hay que decir que en cuanto uno llega a su puerta principal, junto a la que hay aparcados una decena de Rolls Royce Silver Serap, de color blanco para uso exclusivo de sus clientes, la primera sensación que se tiene es que nos encontramos en otra galaxia. Entrar en él para una rutinaria y corta visita cuesta, nada más y nada menos, que 60 €, Una vez en su grandioso hall, los empleados, de los que cada uno de los huéspedes del hotel tiene derecho a tres, comienzan a agasajarnos con toallitas húmedas y frescas para que nos quitemos el sudor de los casi 45º que hay en el exterior, así como para que podamos refrescarnos la cara y las manos y, seguidamente, nos rocían con unas gotas de agua de colonia, de marca,




por supuesto, para que nos sintamos todavía más frescos. Muy pronto uno comienza a observar todos y cada uno de sus rincones, y en especial los dos grandes acuarios que hay a cada lado de las escaleras mecánicas mientras subimos a la primera planta. Sin embargo, cuanto estamos ascendiendo nos damos cuenta de que en el centro de estas dos escaleras hay una original fuente que, de vez en cuando, expulsa agua y fuego en una combinación tan asombrosa y perfecta que nos deja abobado por unos instantes. Una vez arriba, nuestros ojos continúan abriéndose cada vez más, sobre todo cuando observamos las lujosas tiendas y boutiques de ropa y complementos de los grandes modistas y diseñadores mundiales, junto a lujosas joyerías que ofrecen las más exóticas y originales joyas, como la que expone una vitrina en donde hay un chaleco de en oro puro de 24 quilates.




Una vez en las habitaciones, donde una sencilla habitación puede llegar a costar 678 €, y una suite de 170 metros cuadrados, entre 900 y 1.500 €, por día, con desayuno incluido, las cosas empiezan a tomar otro matiz. Claro, que si podemos hospedarnos en otra suite un poco más grande, de 320 metros cuadrados, por ejemplo, con bar y mesa de billar incluida, siempre estaríamos algo más confortable y holgados. También cabe la posibilidad de hacerlo en la suite que se encuentra en la penúltima planta del edificio, la Panorámica de 225 metros cuadrados, la cual no es nada recomendable para cardiacos. Y, si todavía nos queda algo de dinero suelto a la hora de partir, un chofer del hotel se comprometerá a llevarnos hasta el aeropuerto internacional de Dubai, siempre y cuando estemos dispuestos a pagar la irrisoria cantidad de 70 €, en una carrera que sólo dura unos 20 minutos. Basta decir que este recorrido se hace en uno de los lujosos Rolls Royce del Burj Al Arab. Claro que si se prefiere se puede volar en helicóptero hasta el mismísimo ático del hotel, aunque la tarifa seguro que es mucho más elevada.




El Hotel Burj Al Arab, que fue inaugurado en diciembre del 2000, y que ya es conocido por los árabes como la Torre Eiffel de Dubai, tiene una altura de 321 metros, y 28 plantas dobles con sus correspondientes mostradores de recepción en cada una de ellas, lo que equivale a un edificio de 50 pisos, aproximadamente. Con tan sólo 60 metros menos que el Empire State Building de Nueva York, muy pronto entrará en el libro Guinness de los Récords como el hotel más alto del mundo. Combina su alta tecnología con la buena reputación de la hospitalidad árabe, y ofrece a sus clientes un servicio individualizado y una atención muy detallista. Es por todo ello que simboliza la esencia de Dubai.




La fachada principal del hotel está equipada con un inmenso y original lienzo de color blanco, como si de un monumental velero se tratara, en cuya cima hay, como suspendida, una pista de aterrizaje para helicópteros, aunque vista desde abajo se parece más a una gran antena parabólica de televisión por satélite que a otra cosa. Ofrece 202 suites dobles, es decir, con dos plantas cada una, y están todas ellas decoradas al más puro arte futurista, en las que podremos encontrar el último modelo de ordenador personal situado sobre una confortable mesa de estudio con teléfono y fax, un gran monitor de televisión a color con mando a distancia y enmarcado en oro, aire acondicionado, baños completos con ducha, bañera e hidromasaje, minibar, y muchas cosas más, entre las que se encuentra un mando a distancia que se nos entrega nada más pisar cualquiera de las suites con el que podremos abrir todas las persianas de las habitaciones, llamar al servicio, regular el aire acondicionado o poner música si es lo que deseamos. Las 40.000 bombillas multicolores que hay repartidas por este inmenso edificio hacen que se divise a gran distancia, tanto desde tierra, como desde el mar. El penúltimo piso, justo debajo del restaurante panorámico, cuenta con dos suites de súper lujo con unas vistas maravillosas, que combinan el rosa, el amarillo y el oro, al más puro estilo de las noches árabes. Si quería lujo, aquí lo tiene. Porque, además, en el excesivo Hotel Burj Al Arab podrá sumergirse en un mini Nautilus submarino que le transportará al fondo del mar, donde se encuentra el restaurante mediterráneo especializado en pescados y mariscos Al Muntaha, aunque también puede elegir para cenar otros algo más romántico desde el que se contemplan las estrellas a una altura de tan sólo 200 metros.




Me refiero al restaurante panorámico Al Mahara que está en la planta 28, donde podremos acomodarnos en alguno de los sofás de piel de leopardo con los que cuentan sus salones. Pero también hay otros restaurantes que merecen la pena, bien por su elegancia, la decoración... o por la propia cocina que es de primera, como es el caso del Bab Al Yam, y el Sahn Eddar, entre otros. Eso sí, siempre rodeado de oro. No en vano, el Burj Al Arab es uno de los hoteles más caros del mundo, que está sólo al alcance de jeques del petróleo, de multimillonarios, de estrellas de la música y el cine, y de algunas personas amantes del exceso.




El mobiliario de las habitaciones del hotel es muy refinado y ha sido traído de todos los rincones del mundo, por lo que varía según su precio. Hay suites recargadas de oro con alfombras y muebles de lujo, pasando por otras más modestas, aunque igualmente llamativas.




A pesar de los nuevos hoteles de lujo recién inaugurados, y de la veintena de otros tantos que ya existían en Dubai, el Hotel Burj Al Arab sigue siendo el más original y exclusivo de esta zona del Golfo. Entre sus huéspedes ha habido, y hay, emires y jeques, reyes y reinas, presidentes de estado, príncipes y princesas, estrellas de cine y del deporte, exóticas modelos y famosos músicos del pop, así como todo tipo de seres que quieran vivir una experiencia única en su vida.
Pero, además de todo esto, en Dubai podremos encontrar también todo lo necesario que nos puede ofrecer una gran ciudad como esta, rica en historia, cultura y diversión, pero sobre todo en libertad.



GUÍA PRÁCTICA

Como Llegar:

La compañía aérea Emirates vuela hasta Dubai desde diferentes ciudades de Europa, tales como Frankfurt, Londres, Roma, Milán, Zurich, París, etc., con una tarifa de ida y vuelta que oscila entre los 766,50 € en clase económica, pasando por los 2.037,50 €, en Business, hasta los 2.729,50 € en primera clase.

Dirección:

HOTEL BURJ AL ARAB (DUBAI)
Jumeira Beach Road
Jumeira Beach
Dubai, Emiratos Árabes Unidos
Tel: (971-4) 343-4222
Fax: (971-4) 343-9696
www.lhw.com/burjalarab

Precios:

Los precios de las suites varían mucho ya que las hay desde 3.500 Dirham (780 €uros) la Suite de doble, hasta los 20.000 Dirham (1.450 €uros) la Suite Presidencial, pasando por los 25.000 Dirham (7.200 €uros) que cuesta vivir en una de las Suites Royal. El cambio del Dirham con relación al Dólar USA es de 1 $ = 3,65 Dirham, aproximadamente.




Teléfonos de Interés:

EMIRATES (Compañía Aérea): Tel: 915599897

THE LEADING HOTELS OF THE WORLD Tel: 915591750

Rafael Calvete ©

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