La Bodeguilla ofrece un ambiente intimo y muy acogedor, aunque la verdad es que no cabe mucha gente
-quizás sea mejor así- porque así tocamos a más. Cuenta con una decoración muy de acorde con el establecimiento,
repleto de recuerdos para los que ya hemos superado el medio siglo, pues de sus paredes cuelgan sifones,
de los de antes cuando pedíamos un vaso de sifón, o un explosivo, en un bar de mala muerte; distintas llaves de
viejas cerraduras que seguro ya no abren nada; linternas viejas que un buen día iluminaron a alguien, trampas para
ratones y pájaros que hoy por hoy se mueven libres…, y un sinfín de otros aparatos tercermundistas
que seguramente muchos aún guardamos en nuestra casa por si algún día queremos montar un bar como este.
Pero si hay algo que destaca con mayúsculas en este pequeño lugar es su buena selección de botellas de
vino, del bueno, y la excelente música de corte andaluz, es decir, del flamenco de lo más puro, presidido,
como no, por un pequeño busto de Camarón de la Isla que se encuentra localizado en una esquina de la barra.
Como digo, la música de “La Bodequilla de al lado” es fantástica, sin demasiado ruido, hacía mucho
tiempo que no iba a un sitio de tapeo con una música tan buena. La última vez fue el “La Tentación de Villa”,
un bonito y tranquilo bar gourmet que había hasta hace poco en Villaviciosa de Odón, en los alrededores de
Madrid, aunque hoy ya es historia ya que sus dueños cerraron el pasado 31 de diciembre de 2010 para poder
venir a conocer este simpático bar del centro de Granada, y hasta hoy.
Ya he comentado que la carta de vinos es amplia y que los hay muy buenos, así como las tapas que
los acompañan, distintas todas ellas y caseras, pues mi amiga Fuensanta las prepara ahí mismo, sobre
la marcha, con mucho cariño y esmero, por lo que habrá que tener un poco de paciencia a la hora de esperar
el papeo. Entre los mencionados aperitivos siempre podemos degustar el salmorejo con tocino, o la melva con
pimientos, ambos sobre una rebanada de pan rehogada con aceite de oliva; o el lomo en orza sobre una tostada
de pan con aceite y adornado con un pimiento de cornicabra, y la ensalada de pimientos asados a fuego lento.
Esto es tan solo un ejemplo de lo que ofrece la Bodeguilla de al lado. Como uno puede apreciar cuando la visita
no son tapas al uso. Cuenta además con una pequeña carta, a modo de libreta de cuentas de cuando éramos
diminutos escolares, en la época franquista, con algunas de las raciones, o medias raciones, para poder pedir si
se nos antoja.
Quizás se trate de un bar para tomar algo a última hora de la tarde, antes de ir al cine o al teatro, eso sí,
sin prisas. Un lugar para hablar un rato mientras saboreas un buen vino en una gran copa que una vez
catado la depositaremos sobre un elegante tapete hecho a ganchillo, como aquellos que hacían las mujeres
de entonces cuando cumplían los Servicios Sociales en algún pueblo de la vieja España, para continuar
conversando con nuestros amigos del bar. Posiblemente tampoco sea un lugar para comer o cenar como
en otros sitios, pero lo que sí es seguro, es que merece la pena porque tiene mucha clase y un estilo muy
personal.
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